Es así que este riquísimo glosario contiene y explica (y razona) con rigor y sentido académico una serie de ideas o principios sobre los cuales se asienta buena parte del lenguaje que nos justifica como seres sociales y racionales. Y de su buena comprensión deriva, de alguna manera, el fundamento del bien común toda vez que en la explicación radica su valor.
De entre esas Ideas explicadas, una: la pretendida, la eterna deseada, Armonía. Veamos aquí, sin embargo, su definición para el hombre: “Equilibrio hermoso, imaginado. No la hay en sí, ni siquiera en la armonía de las esferas; noción cara a astrólogos y poetas” Hermosa como pretensión, hermosa como imaginario. A mí me recuerda la definición que el escritor Carlos Fuentes dio un día de la Libertad: “No existe, es solamente algo a lo que se tiende”.
Qué bueno asomarse a la verdad para entender la verdadera realidad, el común social. Y éste, al fin, es un libro escrito por una de los sociólogos más reputados de nuestro país. El término o Idea, Arrepentimiento, sin embargo, tiene un contenido más extenso, más ’visible’ e inmediato –y es inevitable aludir en él a un cierto contenido histórico: “Lamento tardío por desmanes, errores o pecados pretéritos, cometidos por uno mismo. Descargo de conciencia cuando es genuino. La Iglesia, lamentándose en el siglo XX de una esclavitud que durante siglos no supo condenar, contra el más elemental de sus principios morales, es un ejemplo egregio de tardanza dolosa” Y aclara, avanzando el tiempo: “En pleno siglo XXI, hay quien se exime del deber del arrepentimiento público. No piden disculpas ni imploran perdón. Asumen que eso es cosa de sus súbditos”.
¿Está refiriéndose, tal vez, el autor, al considerar y definir esta Idea, en el vergonzoso comportamiento de los malos políticos? ¿En uno de esos vicios inherentes, como actitud, a la ‘cosa pública’ por no ser una república verdadera en su esencia? No todo, sin embargo, es incriminación por desidia, sino que cabe, también, aquí, en este ideario sabio y sobrio, un guiño a lo distinto, a lo posible, incluso a una forma, si queremos, de utopía como pensamiento, como planteamiento.
En el término Arte se hace una alusión a la Idea de una manera sutil, y para ello se toma como referente de autoridad a un poeta, Antonio Machado: “¿Mas el arte?/ Es puro juego/ Que es igual que una vida/ Que es igual a puro juego/ Veréis el ascua encendida”.
En tratándose de cosas humanas, y así ha de considerarse todo el bien didáctico y comprensivo de este libro tan recomendable, es bueno que quepa siempre una forma no de condena, sino de redención. Hay algo así como el deseo del hombre bueno en cuanto que el dicho hombre, al asociarse para vivir en comunidad, ha aceptado implícitamente una forma de bien, de progreso.
Lo que aquí se contiene, pues, acaso no sea sino un a modo de aquellos Relox de príncipes que, como si fuese un código moral, se escribía para instrucción del príncipe, a la sazón, el gobernante. Así pues, una vez más, leer es aprender, leer es liberarse; incluso, por qué no, una forma de amar
\"Accesibles a cualquier lector interesado, estos artículos eluden todo dogmatismo; más bien son exploraciones documentadas y objetivas que buscan profundizar en las ideas en distintos contextos y, sobre todo, mover a la reflexión”.
Pues sea, lector. Tuyo es el tiempo ahora.
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